Más cambios y otro año de retraso en el escudo antivertidos para l’Albufera

Cinco de los seis tanques de tormenta quedaron anegados y sigue vaciándose el de Sedaví

La instalación eléctrica se eleva y se conectará a Pinedo en diciembre

Tanques de tormentas a la V-31

Tanques de tormentas a la V-31 / F. Calabuig

Minerva Mínguez

Minerva Mínguez

València

La dana del pasado 29 de octubre, con los enormes daños que provocó la descomunal crecida del barranco de Poyo, han obligado a introducir modificaciones en el escudo antivertidos para l’Albufera. Además de una nueva demora en las obras, que estaba previsto concluir a finales de 2024, Acuamed ha apostado por elevar toda la instalación eléctrica a una altura superior. El objetivo es claro, blindar unas instalaciones críticas cuya finalidad es precisamente la de actuar en caso de lluvias torrenciales para impedir la llegada de aguas contaminadas al espacio protegido. La gran asignatura pendiente del humedal, como incide desde hace años la Junta Rectora del parque natural y su presidente, Carles Sanchis Ibor.

Los diques de tormenta

Los diques de tormenta que se están habilitando en paralelo a la V-31, la pista de Silla, resultaron afectados tras lo arrastrado por aquel ‘tsunami’ de agua y fango. De los seis depósitos, con capacidad para unos 100.000 metros cúbicos, cinco quedaron totalmente colapsados. El mayor impacto se lo llevó el de Sedaví, que a día de hoy aún continua vaciándose como confirman desde la empresa que está ejecutando las taréas de extracción. Por el momento se han retirado unos 35.000 m³ de agua y otros 2.700 de fango, datos que revelan el impacto de la riada. El único tanque que no sufrió desperfectos es el de Silla.

El Ministerio para la Transición Ecológica prevé que en diciembre esté finalizada toda la infraestructura y conectada con la depuradora de Pinedo, tras 15 años de retrasos. Esta barrera anticontaminación, situada en la desembocadura de la rambla de Poyo, es una infraestructuras crucial para l’Albufera y una reclamación histórica de los colectivos conservacionistas desde hace décadas. Las obras estaban siendo acometidas por Tragsa pero la gota fría se llevó por delante los plazos previstos, pues a los daños sufridos se sumó que todos los medios disponibles tuvieran que derivarse a la atención de la emergencia en la zona cero.

La inversión final estaba fijada en unos 42,9 millones de euros, cuantía que de seguro se incrementará por las modificaciones postdana. Desde el momento en que se retomaron las obras, en septiembre de 2021, se han certificado 11,2 millones de euros y el presupuesto total asciende a los 15,5 millones. El importe de lo ejecutado hasta ese momento era de 27,4 millones. La primera máquina entró en los terrenos en marzo de 2010, pero los trabajos se paralizaron dos años después por cuestiones burocráticas entre la empresa concesionaria y la istración contratante que acabaron en los tribunales.

La dana vino a certificar las previsiones que apuntan a un incremento de la torrencialidad en las precipitaciones locales y una mayor intensidad de los temporales de levante. Situación que repercutirá negativamente enl’Albufera «por la insuficiencia actual de las redes de evacuación de pluviales y saneamiento». Los depósitos junto a la V-31 podrían sellar las descargas de contaminantes que a día de hoy siguen amenazando a l’Albufera. Los eventos más extremos sobrecargan la red de colectores, que rebosan por los aliviaderos con gran afectación al medio natural. Esta construcción retendría el agua para poder tratarla después en la EDAR de Pinedo.

Reclamación histórica

«A pesar de las cuantiosas inversiones efectuadas y de las evidentes mejoras, el ecosistema lagunar está aún lejos del estadio oligotrófico de la primera mitad del siglo XX», remarcaba Sanchis Ibor en ‘Los humedales costeros de la península ibérica’, publicada por Tirant Humanidades con numerosos expertos y editada también por Carles Ibáñez Martí (Eurecat). Las medidas de restauración y blindaje que puedan aplicarse en espacios como l’Albufera serán decisivas para su preservación, incide en la misma obra Antonio Camacho, catedrático de Ecología de la Universitat de València y nuevo presidente de la comisión científica de la Junta Rectora.

Lo cierto es que la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio ha aprobado una estrategia que incluye un seguimiento 

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