Opinión
En las noches equivocadas
Vivimos en un mundo confuso: ahora las finales de Champions se juegan los sábados y las Ligas se ganan entre semana

Jacobo Ramón y Vallejo celebran el gol de la victoria del Real Madrid contra el Mallorca. / Chema Moya / EFE
Vivimos en un mundo confuso: ahora las finales de Champions se juegan los sábados y las Ligas se ganan entre semana. Lo pensé incluso antes de que fuera matemáticamente campeón el Barcelona, cuando el Real Madrid marcó el miércoles el gol de la victoria al Mallorca. Lo hizo volcado al ataque, con el equipo construido con remiendos y percutiendo a las bravas a última hora. Sabiendo, en el fondo, que ese derroche de pasión y energía no servía de nada. Puede ocurrir un lunes en un bingo, un martes en un karaoke o un miércoles en un estadio: hay algo grotesco en encontrar la épica durante la noche equivocada.
Y esto lo sé más por el bingo que por el fútbol, porque nunca necesitamos ganar una Liga para salir entre semana. Es algo muy del periodismo deportivo y un daño colateral de trabajar sábados y domingos por norma. Luego tienes días libres en apariencia sencillos que coquetean con la desgracia. El típico martes que se desparrama. Como Jacobo Ramón, el chaval que lleva en el Madrid desde los ocho años y marcó el gol del triunfo en el Bernabéu en la última jugada: expertos en dar lo mejor de nosotros durante la noche equivocada.
Lo escribí alguna vez, creo: salir entre semana te enseña a tratar con un tipo de gente especial, con unas características que no abundan en otros sitios y a otras horas. Salir entre semana debería ser una asignatura formativa para cargos intermedios, el máster definitivo en gestión de grupos humanos. Salir entre semana te acerca a un ejército de seres de discurso difuso, alérgicos a la coherencia y tendentes a las conversaciones inconexas. Lo normal es que te digan una cosa y al minuto siguiente la contraria, sin problema, intuyo que movidos por una especie de instinto de supervivencia, un peculiar sentido de alarma. Es, de alguna manera, como escuchar a entrenadores de fútbol en ruedas de prensa, pero con menos luz y menos agua.
De hecho, antes de que existiera WhatsApp, los secretos y las noticias solían filtrarse por la noche y entre semana, aflojado ya el nudo de la corbata. Es entonces cuando se baja la guardia.
El equívoco
Hay algo peor que encontrar la épica en la noche equivocada: castigar a un culpable equivocado.
Supongo que aún recordaréis el Clásico. En el Madrid y casi al final, debutó un muchacho llamado Víctor Muñoz. Nada más salir tuvo una ocasión clarísima y la falló. Después leí que cerró los comentarios en sus redes sociales porque lo estaban insultando, otra prueba de la fauna que nos rodea, aunque ya no salgamos entre semana.
Encima, lo peor no fue eso. Lo peor fue que muchos eligieron al Víctor Muñoz equivocado. Leí que otro Víctor Muñoz, un cantante venezolano de baladas, había compartido en Instagram la retahíla de mensajes que estaba recibiendo por parte de aficionados que lo confundían con el otro. Sé que es mucho pedir, pero lo mínimo en estos casos es documentarse y ser riguroso. He escuchado un par de canciones de este hombre y se le podría insultar con fundamento.
En fin. Es broma.
Me gusta imaginar que otro Víctor Muñoz, el mítico exfutbolista y entrenador, entró un par de días después de todo aquello a su cuenta semiabandonada de Facebook y pasó media hora leyendo insultos y burlas, sin entender nada, y pensando ‘no vuelvo a salir entre semana’.
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