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Maria Arnal dominó e intrigó en el estreno de ‘AMA’ en el Sónar

La cantante barcelonesa desplegó un cancionero pop imaginativo con coreografías y el apoyo de la IA en una jornada en la que también destacó ‘cru+ces’, el encuentro de Raül Refree con el Niño de Elche, así como los pases de Alva Noto con Fennesz, y Bronko, excomponente de Buraka Som Sistema

Concierto de Maria Arnal.

Concierto de Maria Arnal.

Jordi Bianciotto

Barcelona

Una Maria Arnal de estreno, destapando un cancionero que funde exploración y pegada pop, cautivó este viernes en el Sónar con un espectáculo al que le espera un largo recorrido. Punto de partida de un álbum sin todavía fecha de publicación, ‘AMA’ desplegó un imaginario de minimalismo melódico con soporte coreográfico, catorce canciones con alusiones al rol femenino en la familia en nuestra tradición cultural.

Es el regreso de Arnal después de su alianza con el guitarrista Marcel Bagés. Una ‘première’ que tuvo como pórtico la proyección de un largo manifiesto sobre el polémico vínculo del festival con el conglomerado KKR en el que ella expresó su compromiso por “seguir luchando por tender puentes entre el Sónar, BDS, Pacbi (estas dos últimas, plataformas de boicot a Israel) y la comunidad palestina de Catalunya”. Maria Arnal agradecía al Sónar “todas las medidas adoptadas” estos días, como “la distancia pública adoptada con KKR” y “la condena expresa del genocidio”, así como “el estudio y el compromiso de otras posibles medidas más allá de las fechas de la próxima edición”. 

De Japón al flamenco

La textura del concierto la marcó la voz, protagonista multiplicada con la IA (en ocasiones, manejada a distancia por las cinco bailarinas de la compañía La Veronal), asentada en un soporte sonoro muy diáfano, el sintetizador que envolvió la pieza titular, con fuerte base percusiva y una tonada imaginativa, en la estela de una Kate Bush. Canciones de trayectos melódicos juguetones (‘Pellizco’), una pizca de tragedia (“que me quemen en la hoguera, que me claven en la cruz”, reclamó teatralmente en la álgida ‘Que me quiten’) y algún sutil devaneo latino (‘Espejo’).

Hubo guiños a la estética japonesa y un giro flamenco con ‘Ventanita al cielo’, dueto con La Tania, en el que Yerai Cortés aportó su toque de lujo, y para el final quedaron las cartas más rítmicas, como la prometedora ‘Tic tac’. Vimos a una Maria Arnal que explora los poderes de su voz y busca el espectáculo total, asentándose en un territorio más pop que popular, en contraste con sus raíces como cantadora del repertorio tradicional. 

Liturgia en el auditorio

Otra gran voz, el Niño de Elche, aliada con Raül Refree en ‘cru+ces’, brilló en un pase que en octubre cobrará forma de álbum. Presentado como un repertorio en torno a las dicotomías existenciales (vida y muerte, dolor y alegría), con vistas al “éxtasis místico”, con él se hizo la oscuridad en el auditorio SonarComplex, donde ambas figuras se abrieron paso, solas en escena, fundiendo el cante con la electrónica de mínimos y el ‘scratch’.

Fue un concierto con alusiones a la última morada y a la transformación (“nadie sabrá de nosotros, estaremos en todas partes”) de un Francisco Contreras que procesó la voz en modo espectral sobre fondos abruptos, casi industriales. Alzó el tono, con todo su poderío ‘jondo’, en una intensa pieza de encuentro con el Refree guitarrista (acústico) que marcó el clímax de la sesión, camino de un desenlace con chispazos maquinales.

Para artefactos electrónicos, los de Alva Noto y Fennesz en un homenaje a Ryuichi Sakamoto digno de todos ellos: anticomplaciente, sin ‘hits’, con creación propia en la órbita de la banda sonora de ‘El renacido’, que hace una década el primero elaboró con el músico japonés. Minimalismo el roce con el ruidoso ‘glitch’ y con las invectivas de guitarra (distorsionada) de Fennesz. Y para escenas más festivas, el pase del portugués Branko, exBuraka Som Sistema, el grupo que mezcló electrónica con el ritmo antillano zouk y el angoleño kuduro. Su propuesta actual, plasmada en ‘Soma’, conservó algo de aquella agitación, si bien se escoró hacia una sensualidad más suave, más r’n’b, sin desviar la vista del sur global. Más que suficiente para garantizar la agitación en el Village.

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