Navalón o cómo jugarse la vida en Las Ventas

La dimensión del espada valenciano se suma a las ofrecidas por un puñado de jóvenes en San Isidro que son toreros revelación

Samuel Navalón antes de iniciar su faena de muleta este viernes en Las Ventas

Samuel Navalón antes de iniciar su faena de muleta este viernes en Las Ventas / EFE/Borja Sánchez-Trillo

Jaime Roch

Jaime Roch

València

En Las Ventas de Madrid algo se ha movido. Falta hacía. Hay un torero valenciano empeñado en ir en primera en el tren de las ferias y no habrá otra que darle billete en clase VIP.

Se llama Samuel Navalón, fue la gran ausencia de la Feria de Fallas de Valencia y este viernes volvió a convencer en Madrid. Ahí están sus últimas tardes y su paso por Sevilla y mas aún por San Isidro, donde se jugó la vida a carta cabal.

¿Qué tiene?

¿Qué tiene? Casi todo: valor, calidad y personalidad. El torero de Ayora estuvo tremendo. Lo malo es que cuando todos esperábamos que explotara definitivamente, una corrida teóricamente buena que el año pasado la lidió Andrés Roca Rey en San Isidro, la del Conde de Mayalde, fue un desguace de ilusiones para todos. Aún así hay que insistir. Lo que hizo en San Isidro no puede ser casualidad.

Sobre su sólido valor ha puesto un rascacielos con la inteligencia, con la afición, con la ambición y ojo, con un concepto del toreo muy claro.

Porque Navalón es de los que torea de verdad, de los que los enganchan adelante y los rematan atrás, por abajo y con un temple tan rotundo que sólo tienen los toreros muy valientes.

Igual que Román, torero de Benimaclet, y cómo su trepidante epopeya con ‘Comisario’ de Fuente Ymbro rindieron Las Ventas, con Madrid definitivamente sobre sus pies.

Toreros revelación

Sin embargo, en medio de tanta mediocridad los banqueros de la fiesta deben dar un amplio crédito a la ilusión y esos puñados de jóvenes que son toreros revelación en San Isidro junto a Navalón y algunos de ellos no figuraban en las quinielas de principio de la temporada.

Así que las corridas de toros de San Isidro han dejado buen sabor de boca en el público y aficionados porque matadores jóvenes y con pocas corridas no sólo se han jugado el tipo, sino que han puesto de relieve sus importantes cualidades toreras frente a encierros que no dieron apenas facilidades.

Precisamente Saúl Jiménez Fortes ha pronunciado su nombre alto y claro después de su gran tarde en Madrid, un auténtico suceso de un torero en estado de redondez. El frío valor de Víctor Hernández los primeros días de feria despertó una expectación tremenda, igual que el mexicano Diego San Román, quien ha confirmado lo mucho y bueno que decía sobre él; incluso la seriedad y el temple de Alejandro Peñaranda, la preclara capacidad de Juan de Castilla y Gómez del Pilar con dos toros durísimos o algunos de los novilleros como Aarón Palacio, El Mene, Fabio Jiménez… Todos ellos jóvenes y con mucho futuro.

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