Mango, 6 meses después de la muerte de Isak Andic

A Charles Dickens podría recurrir Mango para resumir el halo que rodea lo acontecido en los últimos 6 meses. 'Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos’, arranca una de las novelas más conocidas del escritor inglés, que retrata, así, las Londres y París de finales del siglo XVIII, a las puertas de la revolución sa. Es el mejor de los tiempos y es el peor de los tiempos, también, para la gran cadena de moda catalana. La compañía celebra una aciaga efeméride este sábado, cuando se cumplen 6 meses del repentino fallecimiento de su fundador y principal gurú, Isak Andic. El empresario más rico de Catalunya murió en un accidente de montaña el pasado 14 de diciembre, y, desde entonces, todo ha cambiado, aunque nada haya cambiado, realmente, dentro de la empresa.

El foco sigue apuntando hacia la misma dirección, la estrategia permanece, tiene al mismo directivo a al volante (Toni Ruiz), y, a falta de conocer los resultados del primer semestre de 2025, todo apunta a que la máquina sigue rodando a idéntica velocidad. Sin embargo, en estos 6 meses, Mango ha aprobado modificar su denominación social y dejar atrás 40 años como sociedad limitada para convertirse en una sociedad anónima; ha incorporado al directivo Manel Adell (exDesigual) a su consejo de istración; ha visto salir a una de las directivas históricas de la casa, Elena Carasso, y desvincularse definitivamente a la familia Andic de la gestión de la compañía.

Jonathan, el hijo mayor, llevaba desde 2005 involucrado de un modo u otro en la empresa, y desde 2007 a los mandos de Mango Man, unidad de la que ha sido máximo responsable todo este tiempo y de la que ahora se aparta para centrarse en su rol de accionista dueño de la compañía. Mantiene, eso sí, su silla como vicepresidente del consejo de istración y representante de la familia en este órgano de decisión, además de convertirse en presidente de la compañía dueña en un 95% de Mango (propiedad que heredarán y repartirán a partes iguales él y sus dos hermanas), así como de la firma que engloba todo el patrimonio empresarial de Isak Andic.

Desde la óptica del negocio de Mango, también han cambiado cosas: la cadena tiene una nueva tienda referencia en Barcelona, un concepto único por combinar en un mismo local todas sus unidades de negocio (Woman, Man, Teen, Kids y Home); también un local exclusivo para los productos del hogar y planes para abrir otros 4 este año. Ha regresado a China, al abrir un establecimiento en Hong Kong. Y ha lanzado una plataforma, Mango Collective, para colaborar con diseñadores emergentes en sus colecciones.

Cambios en la familia

Con todo, donde más visible se ha hecho el terremoto ha sido en la familia. Ahora, las dos hijas menores disponen de sus propias sociedades patrimoniales, el mayor ha ordenado la suya para tener en ella el mismo capital que sus hermanas, los tres se han repartido cargos en las sociedades que conforman el patrimonio de la familia (Mango, pero también el negocio inmobiliario o la sociedad a través de la cual vehiculan la propiedad de la cadena de moda) y llevan meses trajinando para hacer inventario de todo lo que conforma el patrimonio de su padre.

En cuanto a la herencia, de todo lo que se ha dicho, fuentes cercanas a la familia solo confirman que la voluntad de Isak Andic era que todo quedara repartido a partes iguales entre sus tres hijos, pero que estos todavía no han aceptado oficialmente la herencia. La ley da un plazo de 6 meses para hacerlo y la opción de pedir una prórroga si las cosas no están claras por lo que sea. En este caso, el motivo sería la dimensión del patrimonio, que Forbes estimó en unos 4.500 millones de euros la última vez que actualizó sus datos.

Es lo que pretenden hacer los herederos de Andic, que están todavía dentro de plazo al vencer esos primeros 6 meses la semana que viene. Estas mismas fuentes solo añaden a esto que los albaceas han renunciado a su rol, porque esta es una figura solo necesaria cuando hay que hacer interpretaciones sobre la herencia, algo que no hará falta. Y, en definitiva, que todo sigue igual, aunque todo haya cambiado.