La calle Almassereta de Picanya se quiere quedar

La dana arrasó las casas de la calle que mira la barranco del Poyo, pero las personas que las habitaban mantienen su deseo de reconstruirlas y seguir viviendo allí

El ayuntamiento todavía no se ha pronunciado sobre el tema y trabaja en las posibles soluciones a largo plazo tras la barrancada del 29 de octubre

Constanze, Felipe y su perrito Bambi frente a su casa en Picanya.

Constanze, Felipe y su perrito Bambi frente a su casa en Picanya. / M.C.

Mapi Casabán | V.Peraita

Picanya

La calle Almassereta de Picanya es la viva imagen de la herida que dejó la dana. La destrucción fue especialmente cruda en esta calle que linda, literamente, con el barranco del Poyo y fue precisamente lo primero que se llevó por delante el agua a su paso por este municipio de l'Horta Sud.

Han pasado seis meses desde la desgarradora dana que aún duele, y mucho, y de la que todavía se recupera la sociedad que más la sufrió. La calle Almassereta es una combinación entre casas en reconstrucción, destruidas totalmente o con mensajes reivindicativos: "La Almacereta no se tira", junto a la altura que alcanzó el agua el 29 de octubre: 4,75 metros. Salvador, Felipe y Constanze son algunos de los vecinos de esta vía que ven, como seis meses después, sus casas todavía no son habitables, pero todos tienen una idea clara: Volverán "aunque cueste".

18 horas en un tejado con vistas al horror

Salvador es uno de estos vecinos. Tiene claro que quiere seguir viviendo en su casa. No tiene miedo y va a hacer "todo lo que esté en mi mano" para poder quedarse en la vivienda que le vio nacer, crecer y ahora luchar y que tiene más de 100 años de historia, pues data de 1881.

El 29 de octubre a las 18:15 el agua les pilló por sorpresa. Movió el coche de su calle y al volver, una de las pasarelas del pueblo ya se había caído, poniendo en evidencia la gravedad de la situación. Él, junto a su mujer, su tía y la cuidadora de su tía corrieron escaleras arriba. Primero un piso, luego otro. "Mi tía tenía movilidad reducida por lo que tuvimos que subirla poco a poco mientras escuchábamos los golpes de los muebles y los ruidos de la inundación". Además, su tía también padecía de arritmia y diabetes, y tenía que tomar una medicación que no pudieron salvar.

Salvador frente a su casa en Picanya.

Salvador frente a su casa en Picanya. / L-EMV

A su lado, en la casa contigua, otra señora pedía socorro. Una mujer de 84 años estaba atrapada en su casa sin opción de salir. Varios vecinos consiguieron sacarla antes de que su casa se destrozara por completo. "Llamé al 112 y a la policía y nadie contestaba", dice. En su relato, Salvador cuenta que se sintieron "abandonados" ante la situación mortal a la que se enfrentaban. "Estuvimos arriba desde las 18:15 de la tarde hasta las doce del mediodía del día siguiente, que pudimos bajar con ayuda de otros vecinos". Dieciocho horas de angustia que a día de hoy todavía recuerda como si hubiera sido ayer.

Después de la desgracia, pasaron dos meses hasta que pudieron volver a su casa, ya que el ayuntamiento "había cerrado la calle por riesgo de derrumbe". Ya no quedaban voluntarios por lo que él y su hijo tuvieron que quitar todo el fango y los escombros con sus manos. Ahora, Salvador y su mujer viven en un piso alquilado de Paiporta, la localidad vecina.

El tejado donde Salvador y su familia pasaron más de 18 horas para salvarse de la barrancada.

El tejado donde Salvador y su familia pasaron más de 18 horas para salvarse de la barrancada. / L-EMV

El alquiler se lo proporciona la Generalitat Valenciana en un contrato de cinco meses a punto de finalizar, aunque él ya ha presentado papeles para poder continuar viviendo allí con ayuda. Su tía, desgraciadamente falleció dos meses después de aquello. Por parte del ayuntamiento de Picanya cuenta que se han sentido "solos y desamparados". El consistorio les ofreció alternativas de viviendas sociales en La Torre o Alberic, municipios lejos de sus trabajos y de su casa de Picanya, que tienen claro que van a reformar. 

Sin ayuda para desescombrar lo que queda de casa

La casa de Felipe y Constanze sigue llena de escombros. La dana la dejó prácticamente derruida y los pocos recursos que tienen les impiden contratar a equipos que la desescombren. El matrimonio quiere volver a vivir allí y lamentan que seis meses después, todavía no han podido avanzar hacia ese camino. La pareja se conoció en Alemania. Compraron la casa de Picanya hace 30 y se mudaron a ella hace 12 años. Su casa no era solo su casa. Felipe es paiportino y su sueño era vivir en una casa junto al barranco, desde niño. Con los años lo consiguió, sin ser consciente de lo que acabaría pasando allí.

La noche del 29 de octubre, al ser consciente de que el agua no era normal, ambos fueron a mover el coche a la calle de detrás. Al volver les era ya imposible acceder a la vía y ahí empezó la pesadilla. El matrimonio pudo alojarse en casa de una vecina pero en su vivienda estaba su hijo, junto a su mujer y sus dos hijas gemelas de dos años, que habían venido a pasar unas vacaciones, pues viven en Alemania y marchaban el día 30 de octubre. Constanze y Felipe cuentan la impotencia que sentían al no saber cómo estaban y qué les estaría pasando. Allí también se encontraba Bambi, la perra del matrimonio, que se perdió al no seguir al hijo de ambos en su paso por los tejados de las casas para poner a salvo a su familia.

En un momento de desesperación, escucharon a las gemelas llorar. "Para mí fue como si hubieran vuelto a nacer", cuenta Felipe emocionado. Pero junto a Constanze también recuerdan a los vecinos que desgraciadamente fallecieron aquella noche, y ella destaca un coche con las luces encendidas y personas dentro que no volvieron a ver y que ha supuesto algo traumático.

Dibujo de un niño de seis años de Berlín. Fotografía proporcionada por Constanze

Dibujo de un niño de seis años de Berlín. Fotografía proporcionada por Constanze / L-EMV

El reencuentro de toda la familia fue emotivo. Pudieron verse a las dos de la mañana, aunque Bambi no estaba y no podían encontrarla. Lo que no esperaban era que a al día siguiente, mientras la seguían buscando, Bambi aparecería caminando entre las casas y volvería con ellos.

De momento, Constanze y Felipe están viviendo en un piso social proporcionado por el ayuntamiento, y están "muy agradecidos" pero al mismo tiempo les "prohíben vivir en su casa". Lo bueno para la pareja, "es que la casa es reformable", y aunque "el ayuntamiento nos ha recomendado demoler la casa", tal como aseguran, ellos tienen claro que "no nos vamos a ir, vamos a reformarla y a seguir adelante".

A día de hoy, su hijo y su familia ya están en Alemania haciendo su vida pero han tenido que recibir ayuda psicológica debido al trauma que ha supuesto vivir todo esto. Si se camina frente a su casa todavía se puede ver el carrito de las gemelas entre los escombros y su historia no la olvidarán nunca. En Berlín, donde viven, niños de todas las edades se solidarizan con ellas y hasta un compañero les ha hecho un dibujo en el que se las ve saltando por los tejados hasta un barco que las rescata del agua. 

El ayuntamiento trabaja en futuras soluciones

Por su parte, desde el ayuntamiento aseguran que trabaja en posibles soluciones para el problema de futuro que será vivir cerca del barranco, pero que en ningún caso ha dado ninguna directriz clara al respecto, pues todavía trabaja en las soluciones.

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